publicado en el periódico Austin American Statesman

(Traducción de Francisco Javier Lagunes Gaitán)

Como Unitario, soy un liberal religioso. Para mí, la religión no trata sobre Dios. No se trata de Alá, Jesús, Shiva, Vishnú, el Buddha, o del resto. La religión se trata de la música, no de las canciones individuales.

La distinción entre las canciones y la música es lo que separa a la religión liberal de otros estilos espirituales y la abre hacia el diálogo con todas las creencias sinceras.

¿Por qué ir a la iglesia? Porque tratamos de llegar a ser mejores personas, parejas, padres o madres, y ciudadanos. Así que para nosotros la salvación es salvación por el carácter (la palabra “salvación” viene de una raíz latina que significa salud o integridad). Pocos entre nosotros piensan que la recompensa vendrá luego de que muramos. El objetivo es convertirnos en una clase de persona más profunda, consciente y compasiva, en el aquí y el ahora.

Cuando busco una forma simple de explicar de lo que creo que tratan la vida y la religión, frecuentemente llego a la vieja parábola hindú de las personas ciegas y el elefante. Un montón de ciegos que descubren diferentes partes de un elefante e intentan explicar a los otros que es ese elefante.

“Es como un árbol?, dice el hombre que abrazó una pierna.

“¡No, tonto, es como una cuerda delgada y dura!”, dice la mujer que agarró el rabo del elefante.

“Ambos se equivocan?, dice un tercero, que sostiene la oreja del elefante. “Es una grande y plana hoja cueruda”.

El cuarto les responde con un grito, “¿Cómo pueden ser todos tan estúpidos, además de ciegos? ¡Un elefante es como una culebra fuerte y gruesa! ?esto, claro está, lo dijo el que tocó la trompa.

Nuestro ?elefante? es una metáfora de la vida, que es mayor y más compleja de lo que nadie de nosotros pueda jamás abarcar. Cada persona ciega simboliza una forma de percibir ?una religión, una filosofía, una clase de ciencia o arte. Cada uno tiene un trocito de la verdad sobre la vida incrustado en nuestras diferentes tradiciones religiosas, culturales o científicas. Y como estas personas ciegas, siempre estamos tentados a confundir nuestros pedazos de verdad con La Verdad.

Aunque la calidad de nuestras creencias se muestra, no por nuestras certezas, sino por nuestras acciones hacia otras personas que tienen un pedazo diferente de la verdad.

Para los sermones, tomo una gran variedad de mitos, relatos folklóricos, y literatura de las religiones del mundo. Busco lo que sea útil y valioso, de acuerdo a los altos ideales a los que podemos aspirar.

Lo opuesto de la religión liberal es la religión literal. Después de los atentados del 11 de septiembre de 2001, aprendimos que el fundamentalismo de cualquier clase es el enemigo mortal, tanto de la libertad como de la democracia. Resulta preocupante escuchar que la ?lista de odio? del Talibán ?mujeres liberadas, derechos individuales, homosexualidad y libertad de creencias? fue imitada de cerca en nuestro propio país en aquella entrevista señaladamente reveladora entre los predicadores fundamentalistas Jerry Falwell y Pat Robertson en el programa “The 700 Club”. En contraste con este trasfondo, el liberalismo religioso puede ser el más americano de todos los estilos de fe. En el relato hindú, resulta cómico reducir el elefante a pequeños trocitos de él. En la religión y la política esto puede ser mortal.

Esa es parte de la razón por la que soy un miembro activo de Ministerios Interreligiosos del Área de Austin (Austin Area Interreligious Ministries). Sé que el sonido humano en su totalidad se eleva solamente desde el coro completo. Goethe dijo una vez, “La persona que no sepa dos lenguas, ni siquiera puede saber una”, y esto es todavía más cierto en la religión. A menos que aprendamos a entender varios idiomas religiosos no es fácil que seamos parte de la solución, y podemos llegar a ser parte del problema. Mostramos nuestra madurez religiosa a través del diálogo, no con proclamaciones.

Es verdad que perdemos algo cuando ya no podemos pretender que nuestras creencias particulares están en el centro del universo ?cuando nuestras “canciones” se escuchan tan solo como pequeñas pero importantes componentes de la música más universal del espíritu humano. Pero también ganamos algo. Ganamos un mundo mayor y una familia más grande de hermanos y hermanas. Si esta empresa no es sagrada, no sé qué pudiera serlo.

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Davidson Loehr es ministro de la Primera Iglesia Unitaria Universalista de Austin, en: 4700 Grover Ave. Es integrante de Austin Area Interreligious Ministries, un grupo no lucrativo comunitario, y puede ser localizado en el teléfono: 472-7627 o por internet, en la dirección: http://www.aaimaustin.org