(Traducción Francisco Javier Lagunes Gaitán)
RELATO: El milagro
Era un tiempo de terrible lucha. Por todas partes la gente estaba dividida en grupos separados, como pequeños clubes. Y en todas partes peleaban contra toda la gente que no estaba en su pequeño club.
Todos decían que odiaban el enfrentamiento, desde luego. Pero todos sabían que solamente la gente en su pequeño club tenía realmente la razón. Y dado que tantos otros estaban equivocados ?bueno, todos ellos rezaban para que Dios les diera la victoria sobre los demás, y así terminara la lucha. Pero mientras tanto, era una época de terrible enfrentamiento.
Un día un joven mago vino a esta región. Él no parecía pertenecer a ninguno de sus clubes, pero era un maravilloso mago y realizó algunos trucos sorprendentes. Tenía esa clase de “cualidad estelar” en él que atraía a la gente. Mucha gente amaba mirarlo, aunque no les interesaba gran cosa escucharlo, debido a las cosas que les decía.
Lo que les dijo fue que si no estuvieran divididos en tantos clubes, no habría tanto enfrentamiento. Sus clubes, les dijo, eran la causa de sus guerras.
Para la gente, esta era la cosa más tonta que nunca habían oído. Sus pequeños clubes les daban una pequeña área de paz y amistad entre gente como ellos mismos, en un mundo de otra manera hostil. A ellos les gustaban sus clubes. Así que casi nunca escucharon cuando el mago trató de enseñarles. Pero amaban su magia, así que siguieron viniendo a verlo, y comenzaron a contarse historias sobre lo grandioso que como mago era
Años después, luego de la muerte del joven mago, una cosa chistosa sucedió, aunque no le hubiera parecido graciosa al mago. La gente formó un nuevo club. Y para estar en este nuevo club, tenías que creer todos los relatos que ellos contaban sobre el joven mago. Incluso hicieron imágenes y esculturas de él, y las exhibían en sus lugares de reunión, para que la gente pudiera recordar todo lo grande que había sido.
El club llegó a ser popular, y pronto tuvo miles de miembros. Antes de que pasara mucho tiempo, se hicieron incluso de un ejército.
Fue entonces cuando finalmente decidieron que podrían usar su ejército para terminar la lucha de una vez por todas. Sus sacerdotes y generales acudieron a sus lugares de reunión ?que se habían convertido en iglesias? e hicieron como que hablaron a las imágenes y estatuas del mago muerto, como para pedir su bendición. Después de todo, ¿no había hablado siempre el joven mago de traer la paz?
Fueron a la guerra. Fue una guerra larga, y mucha gente murió o resultó herida. Pero su ejército era mayor y ganaron. Y obligaron a mucha, mucha gente a entrar en su club.
Luego de las batallas, sus sacerdotes y generales iban a la iglesia a dar las gracias. Se paraban frente a las imágenes y esculturas del mago muerto, y le contaban su orgullosa historia de la batalla victoriosa.
Entonces sucedió el milagro. Justo cuando todos los sacerdotes y generales miraban las estatuas y les hablaban de sus guerras victoriosas, todas las imágenes y estatuas empezaron a llorar?
LECTURA: “El aro sagrado” por Alce Negro, hombre de medicina Lakota Siux
Entonces yo estaba parado en la más alta montaña de todas y a mi alrededor, hacia abajo, estaba todo el aro del mundo. Y mientras estuve ahí vi más de lo que puedo decir. Y comprendí más de lo que vi. Porque veía de la manera sagrada la forma de todas las cosas del espíritu. Y a las formas como deben vivir juntas cual un solo ser. Y vi que ese aro sagrado de mi pueblo era uno de muchos aros que formaban un círculo, amplio como la luz del día y la luz de las estrellas. Y en el centro creció un poderoso árbol floreciente para resguardar a todos los hijos de una madre y un padre. Y vi que era bendito.
SERMÓN: “Las cuatro caras de Jesús”
Tiene riesgos despojar a un hombre como Jesús de su halo y preguntarse qué clase de hombre fue, y qué tan sabias fueron realmente sus enseñanzas. Ofende a la imagen popular de Jesús, sentimental y soñadora, como el Hijo de Dios y salvador sobrenatural de la raza humana. Desde hace ya más de dos siglos, los estudiosos han sabido que aquellos fueron atributos míticos inventados por sus seguidores mucho después de su muerte, y que el Jesús real fue 100% humano ?dado que esta es la única categoría que existe para nosotros. En un mundo construido de esta manera, no nos gusta que la gente pueda recibir la mitad de sus cromosomas de un humano y la otra mitad de un dios celeste, y esta idea tampoco agradaría a sus contemporáneos.
Quiero respetar la verdad sin venerar el mito esta mañana, por medio de la sugerencia de que este hombre, Jesús, tenía por lo menos cuatro diferentes aspectos, o “caras”. Un aspecto era inútil, un segundo era erróneo. Un tercero ?el más “mágico”? fue real, pero no sobrenatural. Y entonces ahí está la cuarta cara de Jesús, que aún hoy parece mirar dentro de nuestras almas con incómoda exactitud.
1. Jesús como pensador cínico itinerante
La primera cara de Jesús se refiere a su estilo de vida, a sus valores personales, la clase de modelo a imitar que él habría sido. Esta es la dimensión de Jesús que apenas ha sido discutida, debido a que es tan estrafalaria. Por ejemplo, trata de recordar cuántos sermones has escuchado sobre estas citas atribuidas a Jesús:
- “Quien no odia a su padre y a su madre, no podrá hacerse mi discípulo. Y quien no odia a sus hermanos y a sus hermanas? no se hará digno de mí” (Evangelio de Tomás 55) ?¡No es precisamente un texto para un sermón de “valores familiares”!
- En otra ocasión, una mujer de la multitud, en voz alta, dijo a Jesús, “Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te amamantaron”. Era esta una manera convencional de hacer un cumplido a la madre a través del hijo, algo así como decir “Tu madre debe estar muy orgullosa de ti”. Pero Jesús replicó así: “Más bien, dichosos los que escuchan la enseñanza de Dios y la ponen en práctica” (Evangelio Q, en Lucas 11:27-28 ?¡Otro mal texto para el día de las madres!
- Y la última cita que es la más extrema y la más famosa. Viene del Evangelio de Lucas. En el que Jesús dice “¿Creéis que estoy aquí para poner paz en la tierra? No, os lo aseguro, sino división. Porque desde ahora habrá cinco en una casa y estarán divididos tres contra dos, y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre; la madre contra la hija y la hija contra la madre; la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra” (Evangelio Q y Lucas 12: 51-53) ?¡Nunca se escucha a la derecha cristiana predicar este fragmento tampoco!
Estos dichos no corresponden a la imagen tradicional del Jesús dulce que predicó valores familiares, así que casi nunca son mencionados. Ellos nos muestran algunos de los valores personales de Jesús y de su estilo de vida, y lo hacen parecer muy peculiar y extraño, por no decir fastidioso. La mayoría de los estilos de vida que Jesús ejemplificó nunca han tenido muchos seguidores.
Este es el perfil de alguien en el margen de cualquier cultura, en cualquier época. Los estudiosos reconocen este perfil, no obstante. Era un estilo marginal pero bien conocido de vivir en el mundo antiguo. Desde cerca del cuarto siglo AEC (antes de la era común), hasta aproximadamente el siglo sexto EC (de la era común), había un nombre para este estilo de vida ejemplificado por Jesús. Estos personajes fueron llamados los cínicos.
Algunos estudiosos consideran a Jesús un “pensador cínico itinerante”. El nombre en sí mismo es desdeñoso, fue dado a los “cínicos” por sus detractores (de esa forma se originaron muchos nombres). Viene de la palabra griega para “perro”, y quería decir que los cínicos vivían como perros. No tenían casa, ni propiedad, ni consortes, ni un círculo fijo de amigos, ni trabajo, ni amor por la sociedad en la que vivieron. Los cínicos no ofrecieron una corrección de la sociedad, tanto como ofrecieron una alternativa a la sociedad.
Los mejores de entre los cínicos fueron críticos sociales astutos: fueron una especie de versiones seculares de los profetas del Viejo Testamento, manteniéndose por fuera del orden de las cosas aceptado, mientras trataban de subvertirlo.
Alguien que pudiera vivir una vida de esta manera tenía que estar, entre otras cosas, extremadamente enfocado y dedicado a su visión particular. Para el cínico más famoso de la historia, Diógenes de Sinope, la visión fue una de autonomía personal, de libertad de las exigencias innecesarias de la sociedad. Un viejo relato lo ilustra:
“El mensajero del rey llegó a ver a Diógenes, quien estaba sentado en cuclillas en la calle para comer un simple plato de lentejas. “El rey lo invita a vivir en su castillo”, dijo el mensajero, “y a ser uno de sus asesores en la corte”
“¿Y por qué debería hacerlo?”, preguntó Diógenes.
“Bueno, por una cosa”, dijo el mensajero, “si aprendiera a ganarse el favor del rey, no tendría que comer lentejas”.
“Y qué si uno aprende a disfrutar las lentejas”, replicó Diógenes, “no tendría que aprender a ganarse el favor del rey”.
El mensaje de los cínicos siempre fue extremo, y ellos estuvieron dispuestos a sacrificar todo por él. Además, ellos generalmente pensaron que todos los demás también estarían mejor si abandonaran la visión de la vida de la sociedad y adoptaran su visión cínica.
Jesús queda muy bien dentro de esta concepción del pensador cínico. No tenía hogar, propiedad o trabajo. No daba por buenas las imágenes aceptadas de “la buena vida” o las expectativas normales que sobre la gente se tenían en una sociedad civilizada ?las reglas culturales y religiosas que daban a la gente sus identidades sociales, por ejemplo. Su visión del “Reino de Dios” era, para Jesús, la única cosa digna de vivir por ella. Sus parábolas presentaron al “Reino” de esta forma extrema una y otra vez. Era una “perla de gran valor”, un “tesoro enterrado en el campo” por el que el afortunado descubridor lo venderá todo.
Lo que debe notarse sobre los cínicos, incluso Jesús, es que su mensaje nunca es fácilmente escuchado, o seguido, excepto por personas extremadamente marginales ?otros cínicos. Los esposos, viudas, niños, el gozo del trabajo, hacer una contribución a la sociedad, el nacionalismo, el orgullo de identidad étnica o religiosa, ?todo esto no era nada para los cínicos en comparación con su singular visión. En el caso de Jesús, su familia entera fue tratada como si no contara nada en comparación del “Reino de Dios”. Esto no convirtió a Jesús en excepcionalmente frío, o insolidario, simplemente lo identifica como uno de los grandes cínicos de la historia ?y un pensador cuya visión era, a veces, demasiado extrema para resultar útil, o sabia, para la abrumadora mayoría de la gente que ha vivido jamás, entonces o ahora.
Así que la primera cara de Jesús fue la de un estilo de vida cínico. Constituyó una gran parte de quién fue él y de lo que valoró. Para casi todos en la historia, excepto para los cínicos, sin embargo, este no fue un camino sabio a seguir, sino una inútil aberración.
2. La “Regla de Oro”
La segunda cara de Jesús es su más famosa enseñanza. Si hay un punto en el que todos estén de acuerdo este es la afirmación de la “Regla de Oro” de Jesús crearía la mejor clase de mundo humano posible.
Aunque la amplitud de las enseñanzas de Jesús no puede satisfactoriamente ser reducida a una sola línea, hay una regla bastante simple que la mayoría acepta como el núcleo verdadero de su mensaje. Esto es que Jesús enseño que deberíamos siempre retribuir la ofensa con amabilidad, y el odio con el amor. En la imaginación popular, la mayoría de la gente vería esto como lo que constituiría la esencia de la Regla de Oro. “Haz a otros lo que quieres que te hagan”, significa “sé compasivo y perdona a los otros, no importa cómo te traten”.
La pureza de este ideal ha inspirado a cristianos y no cristianos por igual. Las enseñanzas de Jesús sirvieron como una de las grandes inspiraciones del dirigente hindú Gandhi hace medio siglo, quien adoptó su enfoque no violento de retribuir la crueldad con amabilidad en su esfuerzo fallido por revolucionar su sociedad hindú.
Hoy en nuestra época computarizada, podemos de hecho someter a prueba diferentes teorías éticas, sin arriesgarnos a una guerra. Robert Axelrod, un profesor de ciencia política en la Universidad de Michigan, estuvo entre los primeros en realizar un estudio sobre el “Dilema del Prisionero” [de la teoría de juegos] que puede examinar los resultados de largo plazo de diferentes reglas éticas, con la ayuda de simulaciones computarizadas de los dilemas éticos de la vida real. A través de algunas series de experimentos interactivos en computadora, él ha probado una amplia variedad de reglas éticas. Sin entrar demasiado en detalles, los resultados de miles de interacciones parecen confirmar el sentido común. La Regla de Oro siempre pierde, por la sencilla razón de que premia el comportamiento abusivo. Si podemos tomar ventaja de alguien sin que haya ninguna penalización o represalia, tendemos a aprovecharnos ventajosamente de esa persona.
El otro extremo tampoco funciona ?la idea de que la fuerza dicta la ley, y que puedes hacer lo que sea, siempre y cuando no tenga consecuencias negativas para ti. Esto crea ciclos sin fin de violencia y venganza.
La regla ética que parece ganar siempre es simple. Los experimentadores la llaman la regla de “sólo coopero si el otro coopera” [‘Tit-for-Tat’, en inglés]. Tu primer movimiento es siempre cooperativo. Pero luego de eso, tratas a los otros como ellos te trataron. Una vez que los otros jugadores cooperan, te muestras dispuesto a olvidar las amarguras del pasado. En el largo plazo, otras estrategias se derrotan a sí mismas, mientras que esta vía intermedia toma la delantera.
En otras palabras: si de verdad deseas hacer del mundo un lugar más justo y compasivo, por lo que más quieras, no sigas la Regla de Oro. Que tu primer acto hacia los otros sea amable, pero de ahí en adelante sigue la regla de establecer límites saludables al hacer a otros exactamente lo mismo que ellos te hayan hecho ?es importante dejarles claro siempre que pueden esperar que los trates exactamente de la misma manera en que te han tratado. En el largo plazo, este enfoque de sentido común ?que Confucio enseñó hace 2500 años? creará un mundo más justo y previsiblemente más razonable de lo que sería con la idea extrema de Jesús sobre recompensar la maldad con amabilidad. En el largo plazo, como lo muestra la teoría de juegos, las enseñanzas de Jesús pueden convertirte en un “siervo sufrido”, pero alentarán los peores comportamientos en los otros, al recompensarlos. Irónicamente, esto te dará más oportunidades de perdonarlos, con lo que se creará un círculo vicioso ?uno que ha sido evidente a lo largo de la historia de Occidente y de la civilización cristiana.
Al combinar solo las dos primeras facetas de Jesús, obtienes lo que ha sido llamado el “siervo sufrido”: aquel que recibe siempre abusos y eternamente los perdona. Esto podrá hacer a los cristianos buenos, obedientes y seguidores sufridos, pero no buenos líderes. Maquiavelo vio esto hace siglos, cuando observó que el cristianismo daba a la gente, “fortaleza para sufrir, más que fortaleza apara hacer cosas audaces”. Es significativo que la preocupación central de Maquiavelo fuera de qué manera los dirigentes de los estados podrían mantener bajo su dominio a las masas. Y cuando Rousseau dijo que “Los verdaderos cristianos están hechos para ser esclavos”, esto también vino de un hombre cuya primordial preocupación fue, como lo señala el título de su libro, “El contrato social”. Desde por lo menos los tiempos de Constantino, aquellos cuyas simpatías están con los dominadores, más que con los dominados, han agradecido las enseñanzas que pueden extraerse del cristianismo ?principalmente de Pablo? para conseguir que la autoridad de Dios complemente a la suya propia, con el objeto de mantener obedientes a las masas.
3. Jesús el sanador por la fe
Prácticamente todos los estudiosos bíblicos están de acuerdo en que Jesús fue un hombre con un gran carisma, y una señalada habilidad para lo que hoy llamaríamos “sanación ritual”. Aunque casi todos los estudiosos aceptan que los relatos fueron grandemente exagerados, y que las escenas como “caminar sobre el agua”, levantar a Lázaro de entre los muertos, o alimentar a 5,000 personas con unos pocos pescados, son todos mitologización cristiana, el hecho duro sigue siendo que Jesús fue fundamentalmente conocido, en su tiempo y en las décadas que siguieron inmediatamente a su muerte, como un curandero de gran talento. Era este poder casi mágico lo que realmente atrajo gente hacia él, aun cuando no entendían o no querían escuchar las cosas que él quería enseñar. Sus seguidores también compartieron este poder curativo, aunque no en la misma medida en que lo tenía Jesús.
Sin intención de desacreditar, hay que hacer notar que esta clase de poder carismático no implica necesariamente que el curandero sea bueno o sabio. Todavía hay muchos curanderos hoy en día, desde Oral Roberts, hasta Bennie Han. Además, el principio de la curación por la fe está detrás de los placebos ?esas píldoras de azúcar que muchas veces pueden hacer desaparecer tus síntomas, si crees que lo pueden hacer. Es fácil pensar en algunas otras figuras históricas que también tuvieron un carisma inmenso y un gran poder personal sobre la gente, pero que no fueron sabios, o que incluso fueron malvados. Rasputin, Hitler, Jim Jones, Matthew Applewhite, y David Koresh son ejemplos que me vienen rápidamente a la mente. No todos los sabios son magos, ni los magos sabios. Aún así, Jesús fue uno de los curanderos más brillantes de la historia.
4. Subversor de las identidades artificiales
Es difícil saber cómo llamar a esta cuarta cara de Jesús. Como los estudiosos bíblicos saben, la principal preocupación de Jesús era lo que él llamó el Reino de Dios. Lo que Jesús entendió por Reino de Dios fue fundamentalmente diferente de lo que la mayoría de los cristianos han entendido por esta frase. Entendido propiamente, fue la enseñanza más radical de Jesús. Fue también la más profunda y perdurable, y es su cuarta “cara”.
La frase “el reino de Dios” no fue exclusiva de Jesús. Era una frase popular en los primeros dos siglos, usada por mucha gente. Significaba el mundo ideal, la clase de mundo que podría tener la mayor compasión y justicia. Juan el Bautista, quien fue maestro de Jesús, dijo que el mundo había ido demasiado lejos para ser salvado, que deberíamos esperar a que Dios lo destruyera todo y volver a empezar con la clase apropiada de personas ?aquellos que creyeran lo que Juan el Bautista creía.
Luego que Juan el Bautista fue asesinado y que no llegó el fin del mundo, Jesús emergió como líder carismático, y muchos de los seguidores de Juan empezaron a seguirlo. Pero el mensaje de Jesús era muy diferente. El “reino” de Juan sería sobrenatural; para Jesús, el reino de Dios era existencial, aquí y ahora, no en un mundo por venir.
Para Jesús, el Reino de Dios no vendría. Ya estaba aquí, al menos potencialmente, dentro y entre nosotros. O como lo dijo él en otro lugar, el reino está extendido sobre la tierra, y la gente no lo ve.
¿Cómo renovar un mundo hostil? Esta ha sido casi siempre la pregunta que enfrentamos. Para Juan el Bautista, así como para muchos predicadores apocalípticos de hoy, debemos esperar a Dios para actuar. Para Jesús, Dios esperaba que actuáramos. Y actuamos, creamos el reino de Dios, o el mejor mundo posible, simplemente al tratar a otros como nuestros hermanos y hermanas, como hijos de Dios.
Esto suena agradable y dulce, sin embargo, es una cosa peligrosa de enseñar. Por ejemplo, las leyes de alimentación de los judíos los separan de sus vecinos. Así que las instrucciones de Jesús a sus seguidores fueron que comieran lo que les sirvieran: puerco, mariscos, cabras, cualquier cosa que sirviera el anfitrión. Los judíos odiaban a los samaritanos, con cuyo reino limitaban al norte, más de lo que odiaban a casi cualquiera. Así que Jesús contó una historia sobre un judío golpeado que yacía a un lado de la carretera, cuando pasaron unos sacerdotes a su lado y la única persona que lo socorrió fue un samaritano. Durante sus principales días santos, los judíos solo comían pan ácimo (sin levadura). Así que Jesús dijo que el reino de Dios es como la levadura que pones en la masa para expandirla. Una y otra vez, él desdeñó las identidades artificiales que nos separan de los demás. Sólo había una identidad posible para nosotros en el Reino de Dios: tratarnos mutuamente como hermanas y hermanos.
¿Ves todo lo subversivo que resulta esto? Este es un mensaje que podría amenazar cualquier forma de gobierno, todas las ideologías, y todas las identidades religiosas y raciales. El mundo está en un caos, hemos perdido un centro compartido, así que creamos cientos de centros artificiales, o “clubes”, de los que obtenemos nuestras identidades. El problema es que son demasiado pequeñas, todas excluyen a quienes creen o viven de manera diferente a nosotros, y por ello son precisamente las estructuras que mantienen al mundo como un lugar hostil.
Hoy en día, su mensaje podría ser ¡Detengan los clubes! Dejen de identificarse con su nación, su raza, su religión, o su sexo. Todas estas identidades son finalmente divisivas y hacen así imposible un mundo pacífico. ¿Quieres un reino de Dios? ¿Quieres un mundo de paz y justicia? Está en tus manos y sólo en tus manos. Te ha sido dado todo lo que necesitas, ahora es tiempo de actuar.
Este es un mensaje que todavía haría que mataran al mensajero que lo porte, casi en cualquier parte del mundo. Imagina ir a Irlanda del Norte a decirles a los combatientes que ninguno de sus bandos es cristiano, que ambos son agentes del mal, y que deben dejar de pensarse a sí mismos como protestantes y católicos, porque tales identidades son ellas mismas el problema. La única cosa en la que ambos bandos estarían de acuerdo sería en lincharte colgándote del árbol más cercano.
Imagina intentar vender el mensaje a los judíos y palestinos, y decirles que la única forma de parar la lucha asesina es dejar de pensarse a sí mismos meramente como judíos y palestinos, y comenzar a verse mutuamente como hermanos y hermanas, como hijos de dios. ¡Te dispararían!
No quiero sugerir que Jesús fuera la única persona en la historia en contemplar esta visión de un mundo que sigue mezquino y hostil debido a nuestras identidades artificiales y nuestros impulsos territoriales. Puedes encontrar esta idea de que todos somos hermanos y hermanas en muchas religiones y culturas. También la encuentras en culturas que nunca tuvieron contacto directo con la civilización occidental. Recuerda estas líneas del hombre de medicina Lakota Siux, Alce Negro:
“Y vi que ese aro sagrado de mi pueblo era uno de muchos aros que formaban un círculo, amplio como la luz del día y la luz de las estrellas. Y en el centro creció un poderoso árbol floreciente para resguardar a todos los hijos de una madre y un padre. Y vi que era bendito”.
Estas cosas no son verdad porque las hayan dicho Jesús, Alce Negro u otros. Son verdaderas porque ellos han visto hacia la esencia de lo que significa ser humano, con una claridad que poca gente en la historia había logrado jamás. No sé de ninguna forma de alegar contra esta noción precisa. Parece honda, profunda y eternamente correcta. Nuestras tendencias humanas o animales a crear identidades artificiales para nosotros mismos son el pecado original de nuestra especie. Nos sentimos mayores y más merecedores de consideración como parte de una familia, una nación, una raza, una cultura. Así que naturalmente nos unimos a pequeños clubes y ondeamos nuestras banderas, y esperamos la segunda venida de Jesús para que pueda haber paz en el mundo.
La tragedia real de un hombre como Jesús no es que hayan arrumbado tanta fantasía tonta sobre él a través de las épocas pasadas ?aunque Dios sabe que así ha sido. La tragedia es que lo ascendimos a hombre-Dios, luego lo añadimos a la religión de Juan el Bautista que esperaba que ese hombre-Dios viniera para salvar el mundo para nosotros, mientras nos sentábamos en silencio a recitar cualesquier credos que nuestros pequeños cultos religiosos, políticos o sociales hayan declarado como la ortodoxia vigente. Tomamos al hombre que vivió y murió predicando contra las identidades divisivas y creamos un club alrededor de su nombre. Es un cruel e irónico destino para el simple judío de Galilea.
La tragedia es que este hombre extraño, este judío marginal sin familia, amigos, propiedad o trabajo realmente tenía algo que ofrecernos, y nadie lo quiere. Es demasiado duro. Pide demasiado de nosotros. Así que encontramos una ruta más simple. Hicimos miles de estatuas de este hombre, Jesús, a quien convertimos en un Hijo de Dios. Y rezamos para que, a través de su infinito poder, traiga la paz a este mundo en el que hacemos la guerra al identificarnos con nuestra irrelevante religión, nación, raza o territorio. Entonces decimos amén, salimos, y nos preparamos para los días de batalla contra los infieles de la iglesia de junto, del pueblo de junto, de la nación de junto.
Y entonces imagino el resto de la historia. Imagino que por todo el mundo, conforme la gente sale de sus iglesias, dan la espalda a las imágenes y estatuas de Jesús que han hecho. Y luego de que todos se han ido, por todo el mundo, en la fría obscuridad de las iglesias vacías, todas las imágenes y estatuas empiezan a llorar?